DE LA IMPERFECCIÓN



Como referirme a la imperfección, esta constante de la existencia y del mundo en general, que por lo que observamos es mas frecuente y normal que lo bello o lo armónico, casi apariciones excepcionales dada su condición de categorías históricas pudiéramos decir. La imperfección es tan común que hasta debemos considerarla necesaria. Pude titular estas reflexiones como: “De Nuestra Imperfección“, así se entendería que es tan nuestra como esa infinidad de comportamientos que conforman el ser, ese que vamos siendo. De alguna manera la imperfección es el motor dialéctico que moviliza todo lo demás. La educación en general y la formación especializada en las diversas disciplinas van construyéndose como procesos de aprendizaje y corrección en los conocimientos básicos, perfeccionamiento en los oficios y consolidación de los saberes especializados a los mas altos niveles; se trata de todo un proyecto de la sociedad para intentar mejorar lo que se considera perfectible de la humanidad en su estado mas original. Todo este proyecto educativo, nos hace pensar en un estado de imperfección originaria; pero contrario a eso, los mundos originarios, naturales, son ejemplaridad de perfección y principios armónicos. Entonces, al parecer salimos del edén un día pues algo estaba mal en ese ensayo de creación, esta especie seguramente avanzada y con propósitos que iban mas allá del estado paradisíaco, padecía de diferencias que la separaban de aquellos ecosistemas, en ese sentido era imperfecta. Definitivamente la imperfección es un problema de los seres humanos, los retos que nos planteamos, los logros constituidos en obras dan la medida de nuestras capacidades o nuestros fallos. La civilización y el progreso son el relato de nuestros alcances, hemos rodeado o mas bien sitiado al paraíso con urbes y cosmòpolis que son plenitud de caos. El paraíso, estamos seguros, es ese lugar que no requiere un mas allá, no hay posibilidades de mejorarlo pues en su armonía es absolutamente perfecto. El relato bíblico puede ser la explicación simbólica o científica mas convincente, los daños al planeta, al paraíso; nos hablan de los alcances y los efectos del proceso de imperfección y deterioro en pleno desarrollo.


La imperfección, entonces, es un defecto o falla tanto en los comportamientos, lo ético; como en lo apariencial, lo formal, lo estético. Si la ética es la rama del pensamiento humano que se ocupa de la conducta, de lo correcto o lo incorrecto, del bien y del mal, pudiéramos deducir que desde el principio hay absoluta conciencia de que algo esta mal entre los seres humanos, el comportamiento imperfecto debe ser corregido en esta especie que nació defectuosa. No es así en el mundo natural, allí la vida se sucede en sus plenitudes y catástrofes como el deber ser del cosmos, ámbito que en su eternidad excede a cualquier pensamiento, un mas allá del bien o del mal, de lo perfecto o imperfecto. En ese sentido, pudiéramos considerar que los actos de perfeccionamiento en general son anti-naturales. La entropía, evolución y transformación de los sistemas en términos de su energía, es un comportamiento natural que nos hace pensar en el desenlace interminable de un ecosistema, que en su desarrollo y despliegue de vida excede lo que entendemos como abundancia o exceso. Lo desmedido del comportamiento del cosmos desde nuestra muy humana comprensión puede ser terrible o sublime.


En el ámbito de lo estético, reaparece el empeño de la humanidad por lograr perfecciones. A decir de Samuel Beckett “La historia del arte es la historia de los intentos”. Así se muestra ante nosotros la obra de arte, sumun de nuestras aspiraciones estéticas. La búsqueda y logros ejemplares de esa perfección la encontramos en el arte clásico, la teoría de la armonía basada en la divina proporción y el número áureo, tomado de patrones geométricos de la naturaleza como clave del ideal de belleza, de perfección armónica. Aun así, con todo y nuestro tributo al arte clásico, el mundo natural se mantiene como una dimensión inalcanzable. La otra vertiente de la creación artística que nos presenta la historia hegemónica de occidente, la hemos conocido como arte barroco. En este caso, por oposición a lo clásico, la resolución de las obras en términos formales, pudiera evocar ciertos comportamientos del mundo natural: lo abigarrado, lo entorchado, lo flamígero y hasta el despliegue de la vegetación en su crecimiento; todo esto nos hace pensar en lo entrópico como referencia desde la naturaleza. El arte, entonces, en sus intentos se carga la grandeza, la plenitud y seguramente la imperfección, eso que siempre queda como por resolverse. Es la humanidad presentando sus obras, sus pequeñas maquetas de mundos posibles ante el cosmos que siempre nos excede en su magnificencia indolente.


Definitivamente la imperfección no es defecto, es condición de existencia. Así lo revelan los actos y las obras de la humanidad. Aun las mas notables en su plenitud o grandeza se guardan debilidades, insatisfacciones o el deseo secreto de haber sido de otra manera, de haber sido otra cosa. La obra maestra, esa que debería conmovernos, es ejemplaridad de los logros mas extraordinarios de la humanidad en sus intentos. 


Zacarías García

Agosto, 2024

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