TRAZ-FIGURACIONES



REFLEXIÓN ACERCA DEL DIBUJO


No se puede imaginar lo que no existe, decía Lorca, en tal sentido me atrevo a aseverar, que, prescindir de la forma, requiere un gran conocimiento de la misma. Nunca se llega a renunciar totalmente a ella; siempre está presente aunque no se muestre. Su esencia se hace manifiesta ante quienes creamos; subyace detrás del plano, bajo la mancha y se riñe con la línea prístina cuando acaso pretendemos su manejo vacío de referencias. Es un divorcio que no llega consumarse; estamos rodeados de cosas y esas cosas tienen forma y, aunque maltratadas, rotas, desechas, mal vistas, bellas, interpretadas, reinterpretadas, eternamente estarán ligadas a ese sigilo imaginario que las construye.


La línea pura en su integridad, rectitud, curvatura, modulación y desplazamiento, en su prolongación infinita, cede ante su propia susceptibilidad, se desdobla, se desvanece y vuelve a ser fuerte para mostrarnos lo visto, lo aún no creado y dar forma a lo que garabatea el pensamiento. 


El Dibujo podría entenderse como una condición propia del ser humano que se manifiesta en menor o mayor grado según entendamos y reconozcamos de su poder como medio expresivo que nos permite comunicarnos gráficamente, a través de la creación de imágenes surgidas del trazo y la línea, elementos que se combinan en pro de construir y concebir la forma, para referir lo real, lo imaginario, hasta desfigurarse y desdibujarse a su mínima expresión. Entendido como oficio y manifestación del espíritu cuando es asumido con el rigor y la disciplina necesarios para hacer logros en el manejo de sus recursos fundamentales.


Al descubrir el trazo, manifestación prístina, posesión instintiva traducida en gesto y la línea, sus cualidades expresivas, más allá de su carácter dinámico como prolongación del punto, generándose una sensación de asombro y satisfacción plena al descubrir que con elementos tan básicos y sencillos, se puede construir un universo particular, propio, fundamentado y reinventado a partir de la experiencia vivida, es una condición propia del dibujante.

Dibujar es ver, saber observar conscientemente y en esa medida, descifrar los secretos y el misterio que encierra la forma; las cosas que se nos muestran a la vista, desde los aspectos más simples e insignificantes, hasta las estructuras elaboradas y complejas. No con la finalidad de hacer mímesis del entorno, apegados a una representación fiel y exacta de lo visto y conocido, sino más bien simular, lograr sugerir con economía de recursos, hasta el punto de conseguir dar con el carácter y la esencia particulares del modelo o motivo; dibujar lo que se nos presenta a la vista, pero no se ve.


…yo en el dibujo… dibujo con palabras, escribo con líneas….


Dentro de la estructura académica y los espacios educativos de formación para las artes, se busca certificar y profesionalizar a los individuos como personas aptas en el desarrollo de facultades y potencialidades artísticas, con el manejo consciente y óptimo de sus dotes, habilidades y destrezas.

Al hablar de la enseñanza del dibujo como disciplina artística en academias y centros de formación en diferentes niveles y modalidades, surgen las siguientes interrogantes:

¿Qué es lo que hacemos cuando enseñamos Dibujo?

¿Es el Dibujo una condición innata del ser humano, con dotes particulares, o es el resultado de un proceso de aprendizaje?


Dibujo, proceso de aprehender, indagar, descubrir y descubrirse en el dibujo, reflejarse en la fuerza y sutileza del trazo y reconocerse en la línea que te devela. Deconstruir el espacio y la forma a través de la línea intrínseca que aflora consciente o inconsciente, producto de la praxis constante de lo que entendemos como un oficio habitual y disciplinado de análisis y reflexión, en un ejercicio ora lúdico y espontáneo ora racional y concreto que nos conmina instintivamente a desaprender y depurar un lenguaje propio y la condición de dibujante.




Conducir y guiar esos procesos hacia la libre expresión, es el rol necesario y obligante de los diferentes centros educativos, con humildad y sin mezquindad de parte de los maestros, docentes, artistas responsables de la tarea de enseñar a los estudiantes a aprender de sus propias capacidades, generándose en consecuencia un aprendizaje y formación integrales, para asumir con disciplina y responsabilidad moral y ética, la libertad de ser dibujante, de ser creador. En función de ello, una vez cubiertos o cumplidos todos o gran parte de los requerimientos técnicos y el dominio del manejo de herramientas y materiales, el estudiante estará en capacidad de reconocer conscientemente los procesos técnicos y el afinamiento de sus destrezas y, de ser posible, apelando a su condición moral y ética, asumirse como un verdadero dibujante, bueno o malo?


No es una utopía, es más bien un requisito, una exigencia, pues no se trata de proclamarse dibujante cuando se adolece del conocimiento y la experiencia necesarios, que evidencian un conjunto de fallas, sino reconocer cuál es el alcance de las capacidades y dotes con relación al desempeño en tan gloriosa disciplina. Actuar con sinceridad y autenticidad.


Un aspecto que influye en la formación de un buen dibujante en los diferentes ámbitos y que debe ser observado con detenimiento y atención, es la calidad, cualidades particulares, la experiencia probada de quienes tienen la responsabilidad de instruir en el área, qué enseñan y como lo enseñan; hablo no sólo de habilidades técnicas, conocimiento y experiencia de los docentes, sino de cualidad moral y ética. No se trata de buscar adeptos, seguidores o mucho menos pretender hacer escuela mediante una engañosa y recíproca complacencia.


Muchos son los factores que influyen en la proliferación de falsos y mediocres pseudo dibujantes que se acercan a las prácticas de esta disciplina, las redes sociales son parte de ello. Estas garantizan la visualización de un gran número de experiencias gráficas, elaboración de imágenes, vídeos tutoriales a la vez que pueden ser perjudiciales, pues al mostrar toda esa información excesiva, saturando al mismo tiempo sus plataformas tecnológicas; mientras confunden a los incautos, susceptibles de ser engañados con ciertos formulismos que, más allá de aportar soluciones al ávido y entusiasta observador, generan adicción a ciertos contenidos y alejan a los interesados del cultivo y desarrollo de habilidades y destrezas en función de descubrir la afinidad de sus potencialidades con procesos creativos (dibujar en este caso), arraigados a su riqueza espiritual y surgidos de sus necesidades particulares.


Las redes sociales con su poder mediático y comunicacional, por supuesto que son un medio expedito para la información inmediata, la publicación de contenidos, la indagación sobre aspectos de diferente índole y por qué no del dibujo. Desde el teléfono celular en particular, se puede acceder a una gran cantidad dibujantes de diferentes épocas, lo cual nos permite estudiarlos si es ese el interés, conocer las experiencias de otros en otras latitudes. Sin embargo, la interacción con y a través de las redes debe manejarse con cautela y así evitar, entre otras cosas, caer en el error de creer que imitando ciertas prácticas que se nos muestran fáciles y rápidas, y a capricho son consumidas con avidez, ya se es un dibujante realizado. Todo lo cual atenta contra la experimentación propia, coartando la libre expresión y la posibilidad de vivir la experiencia, de ejercer el manejo de las potencialidades particulares de cada individuo.


Joel Nacache Toro

Artista Plástico.

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